Entre un 5% y un 10% de los implantes fracasan, pero las complicaciones son cada vez más frecuentes. Detectar a tiempo los problemas y formar al paciente para lograr un buen mantenimiento son dos aspectos fundamentales para evitar el fracaso implantológico.

Hace tiempo que la implantología llegó para quedarse, siendo actualmente una herramienta imprescindible en las clínicas dentales. En España, se colocan unos 800.000 implantes por año, lo que coloca a nuestro país en los primeros puestos del ranking mundial, superado únicamente por Corea.

De todas las áreas de la odontología, la implantología es probablemente la que más ha crecido recientemente. Se estima que en los últimos cinco años, los implantes colocados en España se han multiplicado por tres, asegura el DR. Eugenio Velasco, presidente de la Sociedad Española de Implantes (SEI).

Existe mucha demanda y cada vez se buscan tratamientos más rápidos, con menos visitas y más cómodos para el paciente. Sin embargo, como en todo tratamiento, puede haber complicaciones. Aun así, el porcentaje de fracasos suele ser muy bajo, pues ronda entre un 5% y un 10%. Los estudios sitúan la supervivencia de los implantes en casos parciales o unitarios a cinco años entre el 96% y el 99%. El gran reto al que se enfrenta actualmente la profesión es detectar las causas que provocan el fracaso de un implante, para prevenir futuros problemas y solucionarlos de la forma más eficaz para el paciente.

TIPOS DE COMPLICACIONES:

Las diferentes complicaciones son variadas y es posible que aparezcan en el ámbito biológico, técnico o estético. Las complicaciones biológicas son las que tienen que ver con el estado de los tejidos que rodean a dicho implante, siendo la pérdida de la integración de éste la principal de ellas. Por otro lado, las complicaciones técnicas están relacionadas con la rehabilitación protésica e incluye el aflojamiento de tornillos, la fractura de la porcelana, la fractura de los componentes protésicos, el posible mal ajuste de las estructuras, etc. Y, por último, los problemas estéticos están relacionados con una incorrecta planificación del caso que impiden conseguir el resultado final esperado.

Infecciones tempranas
Son una de las complicaciones más frecuentes, aunque únicamente afectan a entre un 1% y un 2% de los implantes, pero llega hasta el 6% de los pacientes, porque muchas personas reciben múltiples implantes y tienen por tanto mayor riesgo de infección. La mayoría de infecciones se diagnostican en el primer mes tras la colocación de los implantes y reducen a la mitad el porcentaje de éxito. La buena preparación del paciente y el uso de profilaxis antibiótica reducen el riesgo de infección.

Enfermedades periimplantarias
La periimplantitis se define como un proceso inflamatorio que afecta a los tejidos que rodean a un implante dental y que ocasiona una pérdida del soporte óseo en el que se ha integrado. La mucositis periimplantaria cursa con inflamación de los tejidos blandos sin pérdida ósea, mientras que la periimplantitis se relaciona con una inflamación de los tejidos acompañada de pérdida de hueso. Podría afectar hasta un 20% de
los pacientes portadores de implantes, y la mucositis hasta un 45%.

Complicaciones mecánicas
Fracturas, aflojamientos de tornillos, prótesis o implantes. Para prevenirlas es fundamental seguir un protocolo de diagnóstico y tratamiento y contar con un buen laboratorio de prótesis.

Lesiones nerviosas
Son una complicación infrecuente pero muy angustiosa para los pacientes, así como el dolor neuropático tras la colocación del implante.

CAUSAS MULTIFACTORIALES

Buscar los porqués de estos fracasos no es sencillo, pues en la mayoría de las ocasiones se suman factores muy diversos. El fallo de un implante puede ser una causa multifactorial: condiciones sistémicas del paciente, mala higiene, no cumplimiento de las indicaciones del profesional, mala técnica quirúrgica o mala planificación del caso. Las razones más comunes para el fracaso de un implante son: una técnica quirúrgica no cuidadosa que provoca desajustes inmediatos, y la mala higiene del paciente, que puede provocar mucositis y periimplantitis. De hecho, el mantenimiento de los implantes constituye todavía un reto
importante para el profesional y para el paciente.

Por otro lado, el factor de riesgo principal para las complicaciones mecánicas es el bruxismo, especialmente si los dientes del maxilar opuesto son dientes naturales o prótesis fija. En cambio, para las complicaciones biológicas, el tabaco es un factor de riesgo demostrado.

En lo que se refiere a la colocación de implantes, hay que preparar al paciente adecuadamente, siendo preciso tratar caries o enfermedad periodontal, instaurar una buena higiene y controlar las enfermedades de base. Sin esto, el riesgo de fracaso aumenta notablemente.

Por último, el otro factor clave es el mantenimiento, pues los pacientes que siguen un mantenimiento, pues los pacientes que siguen un mantenimiento adecuado, con revisiones e higienes periódicas, tienen mejor salud periimplantaria y menor pérdida ósea alrededor de los implantes.

PROCEDIMIENTO A SEGUIR

Realmente el fracaso de un implante no representa ninguna consecuencia importante para la salud del paciente desde un punto de vista médico. De hecho, la mayoría de los posibles fracasos son solucionados posteriormente con la inserción de un nuevo implante. Sí es cierto que, psicológicamente, la pérdida de un implante puede resultar una experiencia negativa para el paciente aunque clínicamente no tenga una repercusión importante.

El procedimiento a seguir cuando fracasa un implante debe comenzar con la identificación del fallo (infecciosa, traumática o por una técnica quirúrgica incorrecta). Los siguientes pasos dependerán del origen de la complicación. Si se produce una falta de osteointegración, es preciso retirar el implante cuanto antes, mientras que si aparece una infección, hay que tratarla cuanto antes con antibióticos y, en la mayoría de los casos, hacer un desbridamiento quirúrgico. Por el contrario, si existe un problema mecánico, a menos que sea una fractura del implante, que por otra parte son extremadamente raras, se suele solucionar cambiando el componente o reparando la prótesis.

Por último, cuando la complicación está asociada con lesiones nerviosas, el procedimiento a seguir tiene dos caminos fundamentales: Si se detectan inmediatamente después de colocar el implante, hay que retirarlo cuanto antes, pero si la evolución es mayor y el implante esta osteointegrado, puede ser peor la retirada. En todo caso, estos pacientes deben ser tratados por un odontólogo con conocimientos en tratamiento del dolor crónico.

AVANCES TÉCNICOS

Con el fin de evitar posibles fracasos, la tecnología es un buen aliado para la implantología. De hecho, los expertos aseguran que existe un esfuerzo continuado de investigación para encontrar configuraciones de implantes que tengan una mejor estabilidad inicial, superficies que consigan osteointegrarse con mayor rapidez y seguridad y materiales que permitan fabricar implantes más cortos, delgados y resistentes, para adaptarse a las deficiencias óseas.

También en el campo de los materiales de regeneración se hacen avances y se consiguen materiales más fiables y biocompatibles. El avance de las técnicas de imagen, el flujo digital, la cirugía guiada y la cirugía con navegación también han visto notables avances. Todo ello contribuirá a realizar los tratamientos de una forma más segura y predecible, al tiempo que menos traumático.

UN RETO PARA LA PROFESIÓN

Los implantes dentales nos son un fin, sino una solución terapéutica para ayudar a aquellos pacientes en los que sea indicada esta alternativa. Como afirma el Profesor Jan Lindhe, un implante dental es una buena opción para reponer un diente ausente y no para extraer y sustituir un diente natural restaurable por medios más sencillos y menos costosos.

El principal reto para los profesionales es el conocimiento. El conocimiento de saber cómo actuar antes, durante y después de haber colocado un implante. El de incluir a los pacientes en programas de mantenimiento para detectar de manera precoz las posibles complicaciones. Y el de saber actuar a tiempo y de manera razonable e indicada ante una complicación.

Los profesionales deben actuar para prevenir el riesgo de fracaso de la terapéutica del implante con antelación, es decir, desde la fase de planificación y, por supuesto, durante la fase quirúrgica y con especial énfasis en la fase posterior de restauración y de mantenimiento. Antes de la cirugía de implantes, en la fase inicial, es fundamental que el profesional controle y trate las infecciones locales tanto de las enfermedades periodontales, como de las endodónticas o de las mucosas, etc. Durante la cirugía de implantes, el profesional debe colocar los implantes de manera adecuada para que permitan una correcta función y estética posterior y facilitando una correcta y adecuada higiene llevada a cabo por el paciente.

Es cada vez más importante que se instruya al paciente para que realice una correcta higiene oral y para que elimine sus hábitos nocivos, como el tabaco que aumenta por tres la probabilidad de la pérdida de un implante.

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