Adelgazar, hacer dieta, ponerte a plan, seguir un régimen. No conviene hacerlo si no se está demasiado convencido de ello, pero, si tu decisión está ya muy madurada…

¡Ahora toca elegir cómo hacerlo!

Existen muchos tipos de dieta. Seguramente demasiados y la mayoría no han demostrado su eficacia y su seguridad. Encontramos, con mucha frecuencia, la publicidad atrayente de numerosos métodos o dietas para perder peso. Es imposible saber cuál de ellas es la última, la más efectiva o la más rápida de todas. Se trata de algo parecido a una lista de éxitos, cada semana aparece una nueva, por supuesto, mucho mejor que las anteriores.

¿Y cómo saber cuál es mejor para ti? En definitiva, parece recomendable huir de cualquiera de aquellas denominadas «dietas milagro». Puedes reconocer este tipo de pautas milagro porque prometen rápidas pérdidas de peso en poco tiempo, sin esfuerzo y sin ocasionar ninguna alteración de la salud. Además incluyen restricciones de alguno de los diferentes grupos de alimentos. Es fácil encontrar a quien ha seguido una dieta que le ha dado un amigo, ha encontrado en una revista o en un libro. Pero, ¿pondrías en riesgo tu salud por bajar peso a cualquier precio?.

Nosotros te recomendamos que te pongas en manos de profesionales sanitarios antes de iniciar el proceso, especialmente si tienes diabetes que y ya tomas algún tipo de medicación oral o insulina, ya que eres más sensible a padecer descompensaciones de su metabolismo cuando inicia alguna dieta desequilibrada.

Existen 3 modelos o sistemas de alimentación aceptados para conseguir pérdidas de peso:

Sistema 1: Diéta hipocalórica

En este grupo se engloban las dietas de adelgazamiento más tradicionales. Pautas de alimentación de bajo contenido en grasas, sobretodo de las animales, y algo más ricas en hidratos de carbono complejos, frutas y verduras. En este grupo se incluyen algunas variantes algo menos indicadas para personas con diabetes como las VLCD o dietas de contenido calórico muy bajo, usualmente menos de 800 kcal al día. En ocasiones, estas se suelen realizar mediante batidos o sustitutivos de comidas en forma de batidos. Atención a estas pautas pues solo están recomendadas bajo estricto control médico y en pacientes que necesitan perder peso de forma muy rápida, por ejemplo antes de una cirugía, y siempre bajo una intensa supervisión médica.

Sistema 2: Dieta baja en hidratos de carbono

En este grupo se podrían incluir aquellas dietas de mayor contenido en proteínas y, por tanto, menor de hidratos de carbono. Se limitan las cantidades de cereales como pan, arroz o pasta pero se mantienen frutas y verduras. Parece ser que este tipo de pautas de alimentación ayudan a perder peso de forma algo mayor que las tradicionales dietas bajas en calorías.

Dentro de este grupo se encuentran también las dietas actualmente denominadas hiperproteicas o proteinadas. La dieta de Dr Atkins, el método Dukan u otras a base de suplementos o batidos proteicos se basan en que, al eliminar los hidratos de carbono el organismo debe utilizar en mayor medida la grasa almacenada para obtener energía. Pero cuentan con una “trampa”. En este proceso se generan una serie de substancias, lo cuerpos cetónicos, los cuales actúan directamente sobre la sensación de apetito. Cabe decir que además de reducir el apetito también provocan otra serie de efectos como dolor de cabeza, mareo e incluso vómitos. Pero lo más importante no siempre se explica. El aumento de los cuerpos cetónicos genera además una descompensación bioquímica en el organismo. Este punto es clave pues la persona con diabetes tiene más tendencia a incrementar la formación de estos cuerpos cetónicos, lo cual junto a este tipo de dietas podría ocasionar un grave problema de salud.

En definitiva las dietas de bajo contenido en hidratos de carbono pueden ser una alternativa a la dieta tradicional pero siempre ajustando su contenido según las características de cada persona, especialmente en función de la actividad física habitual, y bajo supervisión de su equipo sanitario.

Sistema 3: Dieta Mediterránea

En principio muy conocida por todo el mundo pero poco utilizada correctamente en la práctica. Este modelo de alimentación no solamente se basa en tomar alimentos de nuestra región y añadir aceite de oliva, frutos secos y un poco de vino en las comidas. Se debe dar importancia a la utilización de alimentos de proximidad, eliminando alimentos prefabricados y eligiendo otros menos procesados como cereales integrales, legumbres, frutas y verduras. En algunos estudios la aplicación de este modelo de alimentación dirigido al control del peso ha sido más efectivo tanto en la prevención de diabetes tipo 2 como en la pérdida de peso que el modelo tradicional de dieta hipocalórica.

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