La omisión de insulina para controlar el peso pone en serio riesgo la salud de los pacientes que padecen este trastorno, que es especialmente frecuente en mujeres jóvenes.

“Diabulimia” es un término de reciente incorporación al argot clínico, híbrido de las palabras “diabetes” y “bulimia”, que describe un trastorno del comportamiento alimentario propio de pacientes con diabetes tipo 1. Definido de manera simple, este trastorno consiste en reducir la insulina prescrita con la intención de perder peso.

El paciente diabético ha pasado por la experiencia de perder peso debido a su enfermedad. Cuando recibe las dosis adecuadas de insulina su peso se restablece, aumenta, siendo lógica la asociación cognitiva entre uno y otro hecho. Si el paciente en tratamiento tiene sobrepeso, o cree tenerlo, o previamente ya lo tenía o temía tenerlo, en tales circunstancias aumenta la probabilidad de que inicie algún tipo de conducta para controlar, es decir, rebajar su peso. Puede reducir su dieta alimentaria, puede incrementar su actividad física, puede vomitar o laxarse o puede disminuir o suprimir la insulina prescrita. Si hace esto último, o lo hace en combinación con cualquiera de esas otras conductas, puede estar desarrollando un trastorno “diabulímico”.

Considerado un TCA

Para que pueda hablarse de auténtica patología, estas conductas deben ser de intensidad y/o frecuencia relevantes y acompañarse de los restantes criterios diagnósticos de trastorno del comportamiento alimentario (TCA).

El término “diabulimia” no está reconocido por las clasificaciones oficiales de trastornos mentales y, por consiguiente, no se incluye en el apartado de TCA. No es lógico que así sea puesto que, insulina a parte, las anomalías o síntomas conductuales, emocionales y cognitivos que debieran darse en una diabulimia para constituir un auténtico TCA son los mismos que se deben dar en estos (anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracones o TCA no especificados): distorsión de la imagen corporal, temor fóbico al peso, alteraciones del estado de ánimo, autoestima baja, pérdidas de peso, atracones descontrolados, conductas purgativas, irregularidades menstruales, etc. La diferencia entre la diabulimia y un TCA sería tan solo que el paciente diabético elegiría la reducción de la insulina como procedimiento para perder peso.

Téngase en cuenta que los TCA son consecuencia de múltiples factores de riesgo:

  • Genéticos (alrededor del 65%)
  • Patologías perinatales
  • Disfunciones serotoninérgicas
  • Influencias familiares prepuberales
  • Influencias del grupo coetáneo adolescente
  • Características de personalidad (impulsividad, neuroticismo, obsesividad…)
  • Experiencias estresantes
  • Influencias socioculturales (incluyendo los medios de comunicación)
  • Homosexualidad masculina, etc.

Considerada en este contexto, la llamada diabulimia no sería sino un TCA en cuya génesis contaría, entre otros, con un factor de riesgo que es el tratamiento insulínico. Sería de riesgo por asociarse directamente a las oscilaciones del peso, objetivas e interpretadas, y porque la enfermedad diabética y el tratamiento en cuestión obligan al paciente a estar persistentemente, “obsesivamente”, pendiente de su peso, de su alimentación y de su insulina. Pero si el paciente diabético realmente desarrolla una patología alimentaria, su diagnóstico real, el que dirigirá la terapéutica específica, será una anorexia nerviosa, una bulimia nerviosa o un TCA no especificado.

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